Esta expresión se utiliza para expresar que las cualidades o características de una persona se deben a su origen o herencia. Es decir, que una persona ha heredado sus habilidades o características de sus antepasados, sean éstas buenas o malas.
Tiene su origen en el mundo de la caza y la cría de perros. En la antigua España, los cazadores utilizaban a los galgos para atrapar presas como liebres y conejos. Sin embargo, no todos los perros eran aptos para esta actividad, ya que se requerían ciertas características específicas. Uno de los perros más utilizados para la caza era el galgo, que se caracterizaba por su velocidad y agilidad. Sin embargo, para obtener un galgo de calidad, era necesario seleccionar cuidadosamente a los padres, ya que la habilidad para la caza se transmitía de manera hereditaria. Un perro de “buena casta” era aquel que provenía de una larga línea de antepasados cazadores y que tenía las características necesarias para ser un buen galgo, ya que su habilidad se debía a la calidad de sus padres.
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