Esta locución hace referencia a defender algo (idea, opinión, acto) o a alguien de forma absolutamente decidida, a todo trance, por encima de todo, con mucha convicción, a ultranza, con firmeza, dedicación, con mucho celo o ardor y sin escatimar esfuerzos.
Esta expresión surgió en Europa en el siglo XVII. En esa época la capa y la espada formaban parte del atuendo de los caballeros cuando iban al campo de batalla. Aparece ya en El Quijote, de Miguel de Cervantes. Decía el escritor que luchar a capa y espada por algo o por alguien era el modo en que luchaban los caballeros, liándose la capa al brazo izquierdo para parar los golpes mientras manejaban la espada (la ropera) con la mano derecha. Pelear o defenderse así era una actitud noble y propia de caballeros, al contrario que los pícaros, que peleaban a capotillo y puñal.
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