Esta expresión se emplea para describir el sueño largo y profundo que se produce por la ingesta excesiva de alcohol, para poder recuperar el cuerpo y así disipar la embriaguez.
Existen diversas teorías sobre el origen de esta locución. Una de ellas apunta a que nace en el contexto de las ferias ambulantes del siglo XVI, donde los dueños emborrachaban a los simios para observar los efectos del alcohol y ver las “conductas graciosas” de éstos en un estado de embriaguez. Otra hipótesis señala que los marineros que transportaban a estos animales desde África hacia diversas partes de Europa y América, con el fin de venderlos a zoos y circos daban a los monos ron y vino por pura diversión o para tenerlos calmados a lo largo del viaje. Del mismo modo, otros apuntan que en numerosos circos del siglo XVII los dueños de los monos daban alcohol a los monos por la noche para que durmieran y descansaran con el fin de que estuvieran más activos en las actuaciones y así ofrecieran un mayor espectáculo.
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