Esta expresión se emplea para resaltar la importancia de hacer las cosas, aunque sea con retraso, frente a no hacerlas nunca. Establece una comparación valorativa entre la posibilidad de hacer o decir algo después de lo previsto o lo esperado, y la de no hacer ni decir nada en absoluto. Siempre será preferible hacer algo después de lo previsto a no hacerlo, ya que por lo menos se habrá hecho.
El origen de la expresión se atribuye al filósofo socrático Diógenes de Sínope, llamado ‘el Cínico’, que vivió a caballo entre los siglos V y IV a.C. Siendo ya anciano, decidió que quería aprender solfeo, pero fue interpelado sobre la tozudez de aprender solfeo a su avanzada edad, momento que aprovechó el ilustre filósofo para soltar la sentencia: “más vale tarde que nunca”.
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