Es una exclamación rotunda que usamos para referirnos a una persona que en el momento de hablarnos, nos relata algo imposible que nos cuesta creer, ya sea porque se lo está inventando o está agrandando cosas a esa historia. Por lo tanto, denota incredulidad, escepticismo y un cierto rechazo.
Antiguamente la gente no creía que fuera posible traer naranjas en buen estado desde un país tan lejano como China (aunque aquella región sea, de hecho, de donde proceden originariamente las distintas especies de cítricos que cultivamos en nuestras tierras, como es el caso de nuestra querida naranja). Por ello, cuando algún frutero afirmaba que las naranjas que vendía procedían de aquel remoto país, la gente se lo tomaba como una invención, fruto de la fantasía y del afán comercial del individuo, pero algo evidentemente imposible (para los medios de transporte de aquella época, claro).
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