Cuando usamos esta expresión lo hacemos para indicar desenfado, regocijo, jolgorio, alboroto y excesos. También lo aplicamos para señalar a quienes tienen un carácter despreocupado, pero sobre todo para dar a entender que en algún lugar reina un total y completo descontrol y desorden.
Su origen es político. Durante el periodo de ocupación francesa, el rey Fernando VII fue obligado a abdicar en favor del hermano de Napoleón. En este periodo, además de combatir al ejército francés, los representantes del pueblo se reunirán en Cádiz y el 19 de marzo de 1812 promulgaran la primera Constitución española que, aunque muy progresista para la época, apenas pudo ponerse en práctica. Dos años más tarde, el rey Fernando VII, tras su regreso a España, abolió la Constitución de Cádiz y se prohibieron los gritos a su favor. Lejos de someterse a esa medida arbitraria, sus partidarios encontraron la forma de referirse a ella sin necesidad de mencionarla: como había sido promulgada el día 19 de marzo, festividad de San José, la bautizaron la Pepa y así fue como surgió el grito de ”¡Viva la Pepa!” para reemplazar el de “¡Viva la Constitución!”, considerado entonces subversivo.
Cabe destacar que esta expresión se convirtió posiblemente en el primer lema político español de la Edad Contemporánea.
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