Este refrán refleja la importancia de levantarse temprano para realizar todas las tareas del día a día y así aprovechar de verdad la jornada. Exalta la importancia de esforzarse por tener iniciativa y alcanzar una meta, hay que levantarse con el ánimo y la energía para dar lo mejor de nosotros mismos, ser proactivos y no dejarnos llevar por el desánimo o caer en actos irresponsables. No solo quiere decir que a quien se levante pronto por la mañana le irá bien el día, sino que, en términos generales, la vida le irá mejor a aquellos que son proactivos y que toman la iniciativa. Así pues, con este dicho se recomienda que nos esforcemos y que seamos diligentes para tener éxito en lo que nos propongamos.
No se conoce a ciencia cierta cuál es su origen, aunque sí sabemos que procede de la tradición oral. Se tiene constancia de que se citó en El Lazarillo de Tormes, libro de autoría anónima publicado en 1554 que narra la vida de un pícaro del siglo XVI. También que, aunque no con las mismas palabras, una expresión similar aparece en El Quijote, concretamente en el segundo capítulo del texto y dice “El que no madruga con el sol no goza del día”.
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