Este refrán se suele utilizar para indicar que si tratamos a los demás con amor y generosidad, recibiremos lo mismo a cambio. Es decir, que el amor debe ser recíproco y correspondido
Aunque no se sabe a ciencia cierta quién fue el autor de esta frase, se cree que su origen se remonta a la época medieval. En aquel entonces, existía una norma social que establecía que si alguien te prestaba un objeto, debías devolverle algo de igual valor en agradecimiento. Con el tiempo, esta norma se fue transformando en la idea de que si alguien te daba amor y cariño, debías responder de la misma manera. De ahí surgió la famosa frase que ha sido utilizada en diferentes contextos a lo largo de la historia. En la literatura, por ejemplo, ha aparecido en obras de autores como Lope de Vega o Miguel de Cervantes.
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