Esta locución se refiere a destruir, echar a perder, fracasar, malbaratar, malograrse algo o arruinarlo de un modo catastrófico. A veces, especialmente en América latina, se usa incorrectamente como sinónimo de conseguir, lograr u obtener un resultado positivo, con un sentido totalmente opuesto al mencionado.
Esta expresión proviene de la antigua jerga marítima, que significaba “naufragar una embarcación”. Su origen está en el término transtrum, que era el nombre que se les daba en latín a los bancos de los remeros, colocados en el barco a modo de travesaños. De ahí saldrían por un lado los trastos (maderas de toda clase, y más tarde muebles inútiles) y por otro los trastes de la guitarra, alineados como los bancos en la nave. Pero “dar al traste” sería también volcar el barco de costado, es decir, en la dirección de los bancos, o lo que es lo mismo, perderse la nave por dar en roca o en navío.
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