Esta expresión se utiliza para indicar que alguien es excesivamente pesado, repetitivo, inoportuno, machacón o que insiste con impertinencia en un tema que resulta molesto para los demás participantes en la conversación y que, a veces, termina causándonos un tremendo hastío o cansancio y sacándonos de nuestras casillas.
Para comprender su origen primero hay que tener claro qué es exactamente una matraca. La palabra ‘matraca’ proviene del árabe hispano matraqa y este del árabe clásico mitraqah, que se puede traducir como “martillo”. Se trata de una rueda formada por unas tablas fijas en forma de aspa, en cuyos huecos (entre aspa y aspa) se cuelgan unos martilletes, de manera que al girar el instrumento produce un ruido estruendoso, molesto e insoportable. Eran fijas y algunas tenían un gran tamaño, aunque también se hacían versiones móviles de tamaño menor y un asa del que agarrarla para hacerla girar y que sonase. Se utiliza desde la Edad Media para diversos fines. Por ejemplo para llamar a maitines en conventos y monasterios. Hoy en día se sigue usando, pero en Semana Santa (con especial arraigo en Castilla y León). Concretamente, para anunciar los actos religiosos del Jueves y Viernes Santo. Incluso se usa en el Sábado de Gloria porque no está permitido hacer repicar las campanas, al conmemorarse la muerte de Jesucristo. La tradición manda que el día de luto de la Pasión es costumbre que en las procesiones no haya orquestas ni bandas, Es por ello por lo que en muchos puntos, en vez de utilizar el tambor, se utilizaba la matraca. Su sonido es bastante molesto, de ahí la expresión.
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