Esta es una locución, en forma de advertencia, utilizada habitualmente para indicar que aquellas cosas que pasan en el presente (normalmente malas) suelen ser una consecuencia directa de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes.
Aunque no se sabe, a ciencia cierta, el motivo que originó esta expresión, ha aparecido constantemente en nuestra literatura. La primera referencia aparece en la obra “Refranes que dicen las viejas tras el fuego” de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana (1398 – 1458), en la forma “Con esos poluos se fizieron esos lodos”. También aparece en el ‘Libro de refranes y sentencias’ de Mosén Pedro Vallés (1549), en el ‘Vocabulario de refranes y frases proverbiales’ (1627) de Gonzalo Correas y en ‘El Criticón’ de Baltasar Gracián (1653). Desde entonces esta expresión ha sido citada en docenas de obras y ha formado parte de nuestro lenguaje coloquial.
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