Es una expresión prejuiciosa, en forma de advertencia, que sugiere que mediante las influencias, las preferencias y las compañías que una persona frecuenta se puede conocer cómo es realmente una persona. Se puede deducir los gustos y aficiones de alguien por los amigos y ambientes que frecuenta. En definitiva, de la gran influencia que ejerce en el comportamiento o en las costumbres de alguien las compañías de los demás, ya sean buenas o malas.
Aunque no se sabe con exactitud su origen, esta expresión aparece por primera vez en la “Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes (1615) en la forma “Dime con quién andas, decirte he quién eres”. Más tarde apareció en “Cartas en refranes” de Blasco de Garay (1622) en la forma de “Dime con quién andas, hijo, y direte quién eres”, forma que también apareció en la obra “La vida del Buscón llamado don Pablos” de Francisco de Quevedo.
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