Este modismo designa a todo tipo de discusiones largas que enzarzan indefinidamente a sus participantes en largas diatribas sin sentido para el común de las personas, y sin que tales discusiones puedan resolverse jamás porque versan de cosas etéreas que nadie puede probar en un sentido u en otro.
Esta expresión tiene su origen en la ciudad de Bizancio (refundada como Constantinopla y hoy Estambul), capital del Imperio Bizantino. Durante el periodo que subsistió el imperio, los debates legales y teológicos eran muy elaborados y se centraban en cuestiones menores y detalles minuciosos. Estos debates a menudo eran interminables y no llegaban a ninguna conclusión clara. Los teólogos de Bizancio se pasaban la vida discutiendo con sus colegas de otras facciones del cristianismo si los ángeles eran de sexo masculino, femenino o hermafrodita y otras cuestiones que ellos entendían como fundamentales para la fe. Los críticos censuraban a los teólogos bizantinos por enfrascarse en esas discusiones inútiles para los pragmáticos a causa de su argumentación inútil o meramente dialéctica.
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