Esta locución la usamos con significado despectivo para referirnos a la infidelidad de algún miembro de una pareja. Este carácter peyorativo es el resultado del quebrantamiento de la confianza entre dos personas que mantienen lazos afectivos.
No sabemos, a ciencia cierta, cual es su origen. De hecho podemos encontrar muchas teorías, aunque ninguna está confirmada. La teoría más popular y extendida sobre esta expresión proviene de la época vikinga. Los jefes de los poblados vikingos tenían la potestad, que les infería su cargo, de poder mantener relaciones íntimas con cualquiera de las mujeres del poblado, ya fueran solteras, casadas o estuviesen siendo pretendidas por algún otro hombre. En el código vikingo, cuando el jefe de la aldea colocaba este casco adornado con los cuernos de venado en la puerta de la casa, significaba que se encontraba acompañado de una fémina, por lo que no debía ser molestado bajo ningún concepto. Así, esta expresión se popularizó con el significado actual, porque las mujeres, en contra de su voluntad, eran infieles a sus parejas. Además, en la cultura celta los cuernos eran un símbolo de fertilidad y virilidad, por lo que poner los cuernos podría ser una forma de demostrar la virilidad masculina y la capacidad de engendrar hijos fuera de la pareja estable. A pesar de la popularidad de estas dos teorías, la inmensa mayoría de expertos e historiadores las descartan totalmente como posibles orígenes de la expresión, siendo señaladas como 'leyendas urbanas'.
Otra teoría indica que la expresión procede de la imagen de los animales que, cuando se sienten amenazados o quieren demostrar su fuerza, levantan los cuernos. En este caso, la persona que engaña estaría demostrando su fuerza o su poderío al tener relaciones con alguien que no es su pareja.
Otra versión sugiere que la expresión podría tener su origen en la mitología griega. Según esta, Zeus era conocido por ser infiel a su esposa Hera y por tener numerosos hijos fuera de su matrimonio, y parece ser que solía transformarse en un toro para poder tener relaciones con las mujeres que le gustaban, y de ahí podría provenir la idea de poner los cuernos como sinónimo de infidelidad. También en la mitología griega encontramos otro ejemplo. Pasifae, hija de Helios y Creta se casó con el rey Minos. Ya casada cometió una infidelidad, catalogada como zoofilia porque fue con un toro blanco. El fruto de aquella fugaz relación dio vida a Minotauro, una criatura con cabeza de toro y cuerpo humano. Es por esa razón que los cuernos alegan la infidelidad.
Otra de las hipótesis plantea que, durante la Edad Media, los hombres ausentes por guerras o viajes permitían a las mujeres tener relaciones extramatrimoniales. Al regresar, descubrían la infidelidad, y la expresión se asociaría a la idea de que otro hombre ha estado "pastando" en su "territorio", como un toro traicionado.
Otra teoría nos habla del «derecho de pernada» que ostentaban los señores feudales y que les permitía yacer con cualquier mujer de su feudo, pero también de acostarse con la mujer de un vasallo en la noche de bodas. En ese caso, se colocaba una cornamenta de ciervo como señal del acto que se estaba llevando a cabo en la alcoba.
Otra conjetura nos habla de la Inquisición española, cuando aquellos acusados de adulterio eran obligados a llevar cuernos de animal como señal de su infidelidad. La expresión podría haber surgido de la idea de que los infieles eran castigados de esta manera.
Una última teoría sugiere que la expresión podría tener su origen en la figura del diablo, debido a que en numerosas culturas este es representado con cuernos, y se dice que cuando alguien es infiel, está ‘siguiendo los pasos del diablo’ y ‘poniéndose sus cuernos’.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada