Esta locución significa mentir o exagerar estratégicamente en una acción o negociación, que, en ocasiones, carece de fundamento, con el objeto de acobardar a los contrincantes a fin de jactarse, deslumbrar o engañar.
Tiene su origen en ciertos juegos de cartas, como en el póker, en los que un “farol” es la mentira “estratégica” que expresa un jugador acerca de las cartas que tiene o, más bien, que dice tener, con la que pretende intimidar a los oponentes haciendo una apuesta exagerada y osada; de manera que el resto de los jugadores se queden deslumbrados (de ahí el origen metafórico de la palabra) y retiren sus apuestas o jueguen sin demasiada fe en el triunfo de sus cartas. En definitiva, una estrategia para impresionar, acobardar o desorientar a los oponentes pero que no tiene ningún fundamento. El “farolero” aparenta tener una buena mano cuando no tiene nada. El engaño puede tener éxito si su personalidad es difícil de escrutar y realmente tiene “cara de póquer”, es decir, no se puede saber si miente o dice la verdad. Su origen está relacionado con el término italiano “faccenda”, que significa vanidad o jactancia. Por tanto, ”marcarse un farol’ tuvo su fundamento en el acto de envalentonarse o jactarse.
Hoy se utiliza también en otros contextos, como el de las negociaciones.
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