Es un modismo común que se usa para describir una situación en la que alguien ha obtenido información de una fuente que no piensa revelar. Se oculta al emisor o fuente que nos proporciona una información, manteniendo su origen en el plano confidencial, dejando en el receptor algunas dudas en relación a quién o de dónde se pudo obtener aquellos datos.
El origen de esta expresión seguramente proviene del uso de las palomas mensajeras, lo cual permitía el intercambio de comunicaciones entre las personas por medios de estas aves. Estos mensajes habrían servido de inspiración para la formulación de este dicho, ya que los pájaros llevaban consigo noticias buenas o malas. La mitología natural concedió a las aves la facultad de transmitir sucesos o averiguar los acontecimientos del futuro. Si aparecían cuervos a la izquierda del camino, esto era señal de desgracia. Si aparecían palomas, era buen augurio. Si un azor o un halcón mataba una paloma, había que tener cuidado con los traidores… Y así sucesivamente, hasta completar un panorama completo de adivinaciones y presagios. A Noé, por ejemplo, una paloma le dijo que había tierra firme.
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