Esta expresión tiene un significado figurado y se utiliza para referirse a la acción de mencionar o recordar un tema o situación incómoda, que puede causar molestia o malestar en la persona a la que se dirige. Es decir, insistir sobre un asunto que genera dolor o preocupación al mencionar alguien un tema o asunto doloroso, incómodo o delicado para otra persona, especialmente si esa persona tiene la intención de provocar una reacción.
Hay dos teorías sobre su origen. Una de ellas proviene de cuando Jesucristo resucita después de morir en la cruz. Uno de los doce apóstoles, Santo Tomás, no creía a los otros apóstoles cuando anunciaban aquella resurrección, por lo que hasta que no tocó las llagas y heridas que había quedado en el cuerpo de Cristo no se convenció de que efectivamente era Jesús de Nazaret. Aunque el significado que aporta esta historia más bien es ver para creer. La otra teoría proviene de la antigua práctica médica de aplicar presión en una llaga para examinarla y evaluar su gravedad. Al introducir el dedo en la llaga, se provoca un dolor intenso y se revela la sensibilidad del área afectada. Con el paso del tiempo, esta acción física se convirtió en una metáfora que se utiliza para describir situaciones en las que se toca un tema o se menciona algo que produce incomodidad o malestar en alguien, de esta manera esta expresión utiliza esta analogía para describir la acción de mencionar o tocar un tema sensible o doloroso.
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