Esta expresión se utiliza en determinadas circunstancias en que alguien desea responder a algo, pero decide callarse para evitar situaciones embarazosas. Es decir, se abstiene de expresar sus pensamientos, sus opiniones o críticas para evitar un conflicto, herir los sentimientos de alguien o empeorar una situación. Puede ser el resultado de la prudencia, el respeto o la cortesía o simplemente el deseo de mantener la paz.
El origen de esta expresión es muy gráfico y metafórico, ya que si nos mordemos la lengua no podemos hablar. Por tanto, no podemos comunicarnos ni nadie nos puede entender.
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