Usamos esta locución para indicar que alguien ha comido copiosamente, de forma exagerada, es decir hasta hartarse y con gran satisfacción. Lo cual le ha generado una gran satisfacción y felicidad.
El origen de esta expresión podría encontrarse en una enfermedad llamada cianosis, que provoca que baje el nivel de oxígeno en la sangre y, como consecuencia, la piel presenta una coloración azulada o morada debido a una alteración de la cantidad de oxígeno que hay en la sangre. En el pasado este trastorno estaba asociado con una gran ingesta de alimentos, es decir causado por comilonas o empachos. De aquí que relacionemos el hecho de comer mucho con “ponernos morados”.
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