Hay dos teorías sobre el origen de este modismo. Por un lado se cuenta que empezó a usarse en el XIX para combatir los brotes de rabia en los perros callejeros, ya que la rabia o hidrofobia era una enfermedad que contagiaban los animales abandonados (sobre todo perros vagabundos, aunque algunas fuentes indican que también se daban casos en los gatos) llegando, en ocasiones, a convertirse en una peligrosa epidemia de salud pública que era sobretodo propiciada por la insalubridad de calles y aguas. Por esta razón, como método, se alimentaba a esos animales callejeros a base de unas morcillas aderezadas con un potente y mortal veneno: la estricnina. Así, se eliminaba a los animales vagabundos y se intentaba evitar la propagación de la enfermedad. Este procedimiento despiadado contra los animales dio origen a las perreras. Además, surgió la profesión de lacero, persona ocupada de capturar a los perros callejeros y confinarlos. De esta manera, se empezó a gestionar mejor la propagación de enfermedades como la rabia y se terminó con la mortal práctica de la morcilla.
Otra teoría, en cambio, dice que su origen tiene que ver con los judíos y se remonta a los tiempos de los Reyes Católicos, los cuales decretaron a finales del siglo XV su expulsión. Su religión prohibía la ingesta de carne de cerdo. La morcilla estaba aún peor vista porque provenía de la parte más impura de éste: su sangre. Durante esta época, hubo muchos judíos que se convirtieron al cristianismo. Algunos, los que menos, de manera voluntaria y otros de manera forzada. También estaban aquellos que de cara al público decían elegir la religión cristiana, pero que, en secreto, seguían practicando sus creencias. Cuando había algún judío converso que era sospechoso de esto último, se le obligaba a pasar una serie de pruebas para demostrar lo contrario. Una de ellas consistía precisamente en esto: comer morcilla. De ahí, otro posible origen.
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