Esta locución significa atenuar o quitar importancia a algún asunto, de tal manera que algo parezca menos importante o grave. También se usa para intentar apaciguar los ánimos cuando una situación se torna violenta e intentar resolver el problema.
El origen de esta expresión procede del uso de las armas de hierro, bien fuera de espada, de daga o de puñal. El concepto de hierro era sinónimo de arma ofensiva y, por extensión, de agravio o de violencia. Así, cuando se enfundaban las armas y la disputa se resolvía dialogando, se decía que se quitaba hierro al asunto. Tal como ocurría literalmente en los torneos, donde se le quitaba a la lanza el hierro o la saeta para evitar que las heridas fuesen mortales.
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