Esta expresión se usa para describir el acto de iniciar una conversación o interacción en aquellos encuentros sociales en los que no se conocen muchos de los participantes y donde puede haber cierta tensión o incomodidad inicial. Con el fin de aliviar esa tensión o falta de confianza y ayudar a crear un ambiente más relajado y propicio para la interacción, se suelen usar diferentes estrategias para superarla como iniciar una conversación sobre un tema neutral, hacer una broma o un comentario divertido, o realizar alguna actividad en grupo que permita a las personas interactuar de manera más natural.
El origen de este modismo se remonta al siglo XVII, cuando los barcos navegaban por mares helados y los marineros debían literalmente «romper el hielo» para poder avanzar. Este proceso era muy difícil y peligroso, ya que el hielo podía ser muy grueso y resistente, y los barcos podían quedar atrapados si no se manejaban adecuadamente. Aunque después empezaron a utilizarse barcos rompehielos que literalmente rompían el hielo para abrir camino. El primero que utilizó esta expresión fue Lord Byron en su obra “Don Juan”, (1923): «Estas gentes que parecen contenidas y frías son sorprendentemente ardorosas, una vez roto el hielo maldito que las rodea. Con el tiempo, esta acción de «romper el hielo» se trasladó al ámbito social y se convirtió en una metáfora para referirse a cualquier situación en la que sea necesario superar una barrera o una dificultad para poder avanzar y facilitar de esa manera la comunicación y la interacción.
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