Esta expresión se suele aplicar a una persona ingeniosa, perspicaz, avispada y de amplia cultura, aunque también se utiliza con cierto tono peyorativo y burlesco refiriéndose a alguien que sabe más de la cuenta o que se pasa de listo.
Este dicho tiene su origen en Don Pedro de Lepe y Dorantes, natural de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) que ejerció como Obispo de la diócesis de Calahorra y la Calzada (La Rioja) desde 1686 hasta 1700. Fue considerado como uno de los hombre más cultos de su tiempo, gracias a todas las aportaciones que realizó a través de sus escritos, entre los que se encuentran un conocido catecismo católico publicado en 1697, donde estaba “todo” lo que había que saber para recibir la primera comunión, casarse, etc. El catecismo tiene contestación a todas las preguntas. También escribió numerosísimas cartas pastorales en las que explicaba su visión de la religión y de cómo tanto religiosos como seculares habían de aproximarse a ella. Su vasta y reconocida cultura, sirvió para que su apellido acabase convirtiéndose en sinónimo de conocimiento y sabiduría. Sin embargo, lo que le hizo alcanzar la popularidad no fue ni el catecismo ni sus numerosas cartas episcopales, sino su recorrido por todos los pueblos, aldeas y villas a lo largo de más de diez años hasta su muerte a los 59 años. En su larga visita pastoral predicaba a los fieles desde todos los púlpitos de la diócesis y es fácil que esta predicación de diez años por toda la Rioja navarra y alavesa diera al apellido del obispo el arraigo popular que se refleja en la frase "Saber más que Lepe".
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