Esta locución se emplea para indicar que una persona va a participar o se dará a conocer en un acto delante de un público, bien sea conocido o desconocido. Así cuando alguien "sale a la palestra", muestra sus habilidades, opiniones o argumentos ante un auditorio o en una situación específica, donde se discute sobre cualquier asunto y de esta manera se enfrenta a una situación de manera abierta y decidida.
Esta expresión tiene sus raíces en la Antigua Grecia. El vocablo palestra proviene del latín “palaestra”, y este del griego “paláistra” que a su vez se derivó de “palaín” (luchar). Esta palabra griega se originó a partir del nombre de Palestra, la hija del rey Pándoco de Arcadia. Esta joven era amante de Hermes y, al enterarse de que su padre se disponía a matarlo, puso al dios al corriente de la maligna intención del rey y le pidió que le diera muerte primero a él para poder salvar su vida. Como homenaje de gratitud a Palestra, Hermes dio a los gimnasios el nombre de palestra. La palestra era un espacio público utilizado para ejercitar distintas disciplinas deportivas como la lucha, el pugilato y el salto, pero también se practicaba oratoria, música y otras tareas que tenían que ver con actos que podían ser presenciados por personas. Así que, bien fueran competiciones deportivas o ejercicios literarios donde se debatía algún tema, se pasó a denominar con la misma voz ese lugar. A partir de esta acepción, se formó la expresión salir a la palestra o saltar a la palestra, con el significado de “tomar parte activa en una competencia pública” o, también, “aparecer públicamente”, lo que hacía que este lugar fuera sinónimo de exposición pública y demostración de habilidades.
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