Esta locución adverbial se usa para indicar que una cosa se hace de mala gana o a disgusto. Por ello, nos quejamos o lamentamos por actuar en contra de nuestra voluntad y en contra de nuestros sentimientos, solo porque se espera que nos comportemos de cierta manera.
En cuanto al origen, hay dos teorías. Una de ella afirma que procede del comportamiento de los perros. Se dice que cuando un perro se encuentra en una situación incómoda enseña los dientes en actitud agresiva, emitiendo gruñidos al mismo tiempo que evidencian molestia y en este caso decimos que esta refunfuñando. Este modismo está compuesto de regañar (mostrar los dientes como rechazo) y diente. En latín, “gannio” significaba gruñir el perro y si el gruñido era continuado, entonces se decía “regannio”. De ahí, en castellano, nacería el verbo regañar cuando señala disconformidad con una acción realizada.
Otra teoría, en cambio, dice que su origen procede de la costumbre que tenía la gente de ir al barbero cuando estaba aquejada de un dolor de muelas. Por muy resignados que estuvieran, nunca estaban persuadidos del todo y, por lo tanto, cuando el barbero les pedía la moneda por anticipado, el cliente-paciente la soltaba regañando por entre los dientes, a partes iguales por el dolor que siempre supone deshacerse de su dinero, el dolor de muelas que traía de casa y el dolor que suponía iba a ser provocado por las tenazas del profesional en cuestión.
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