Se usa este modismo para referirse a las facilidades que se le da a alguien a la hora de ejecutar algún proyecto o realizar alguna tarea sin complicación alguna. Es decir, cuando a ciertas personas se les pone el camino muy fácil no encontrándose la más mínima complicación para conseguir su finalidad..
Esta locución se originó debido a la gran afición que tenía el rey Fernando VII hacia el billar. Se tiraba horas enteras jugando y casualmente siempre ganaba porque sus contrincantes se dejaban ganar, colocándole las bolas bien situadas sobre la mesa y facilitándole el inmerecido triunfo. En realidad, el monarca era un nefasto jugador de billar y a pesar de la afición que tenía por el juego, no era capaz de acertar una jugada, por sencilla que esta fuese. Sus contrincantes no osaban disputarle las partidas y le colocaban las bolas en las posiciones más ventajosas para que pudiera hacer carambola fácilmente. Así, con tal de agradar al monarca y caerles en gracia, procuraban perder siempre que jugaban contra él. No solo fallaban golpes fáciles sino que además propiciaban que las bolas quedasen casi embocadas para que ni el rey pudiese fallar y así ganar la partida cómodamente. De esta manera se aseguraban el buen humor del monarca si posteriormente debían hacerle algún tipo de solicitud, con ello se trataba de elevar la vanidad del monarca por parte del resto de los jugadores que generalmente eran personas de su círculo de poder y así obtener el favor real..
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