Usamos esta expresión para indicar que sabemos de buena mano de qué va un asunto o tema en concreto o que conocemos a la perfección a alguna persona, en el sentido de sus malas artes o de sus características morales.
Esta expresión se originó a raíz del uso del percal, un tipo de tela de algodón o poliéster, que llegó a Europa entre los siglos XVII y XVIII (a través de Francia) procedente de la India y cuya calidad era inferior a otras y era barata, pero que se podía confundir con otras más caras. La popularización de este tipo de tejido entre las clases con menos recursos provocó que muchas personas fuesen vestidas con trajes confeccionados con esta tela, de ahí que la frase “conocer bien el percal” fuera usada por los sastres de la época (que eran los que más entendían del tema), porque distinguían perfectamente quién iba vestido con un paño de calidad y quién llevaba su ropa confeccionada con percal, intentando dar el engaño para aparentar lo que realmente no eran ni poseían.
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