Este refrán nos advierte de las cosas que pasan de manera repentina ya que éstas pueden ocurrir en cualquier momento, por lo que debemos estar preparados para lo inesperado o para aprovechar las ocasiones que puedan surgir.
Esta expresión tiene su origen, como otros muchos, en el mundo rural. Es en este contexto en el que la actividad de la caza ha constituido desde siempre una actividad común que, incluso hoy en día, tiene muchos adeptos. A veces, también se formula como excusa inventada por cazadores, especialmente torpes, para justificarse ante su falta de pericia.
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