Es una locución que se usa para referirse a la acción de hacerse pública alguna cosa que se pretendía mantener oculta o en secreto para que no se supiera. También se refiere a aquellos actos en los que se hace trampa, ocultándose la verdad y termina por descubrirse el engaño.
El origen de esta locución viene de un antiguo pastel de carne, muy parecido a una empanada. Por aquel entonces los pasteleros que lo cocinaban tenían fama de ser algo tramposos, en lo que se refería a los pesos y rellenos de sus pasteles, engañando al comensal sobre los ingredientes y el peso final del producto y aumentando con ello sus beneficios. Por lo que en más de una ocasión había algún cliente que no se fiaba del producto que tenía que comprar y solicitaba inspeccionarlo. El modo de realizarse era dando un pequeño corte lateral a la empanada y levantando la masa que la cubría, de esa manera se comprobaba (y por tanto, se descubría) si el pastel estaba correctamente relleno. Como es de suponer, a más de un pastelero se le descubrió el pastel al haber hecho trampas con el relleno de la empanada. Este término fue adaptado por el argot de los tahúres que lo utilizaron para referirse a una fullería (engaño, trampa) durante el juego de cartas en el que quien baraja las cartas las dispone de tal modo de poder tomar las mejores para él o para quien él elija.
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