Este modismo lo usamos para indicar que algo se hace a toda velocidad, con gran ímpetu y vehemencia, con eficacia, energía y entusiasmo. También puede significar, coloquialmente, poner música a todo volumen o realizar una acción determinada de forma ostentosa y sin límite de gastos que se pueden relacionar con el lujo.
El origen de esta locución proviene de los ambientes marineros, de la época en la que la mayoría de embarcaciones se movían gracias a las velas, que eran llamadas popularmente trapos, y así cuando el capitán ordenaba “ir a todo trapo” (equivalente a la forma “a toda vela”) hacía referencia a que tenían que desplegarse todas las velas para que fuera el viento el que moviese el barco, es decir, sin ayuda de remos u otro método.