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dimarts, 13 de juny del 2023

A TODO TRAPO

Este modismo lo usamos para indicar que algo se hace a toda velocidad, con gran ímpetu y vehemencia, con eficacia, energía y entusiasmo. También puede significar, coloquialmente, poner música a todo volumen o realizar una acción determinada de forma ostentosa y sin límite de gastos que se pueden relacionar con el lujo.

El origen de esta locución proviene de los ambientes marineros, de la época en la que la mayoría de embarcaciones se movían gracias a las velas, que eran llamadas popularmente trapos, y así cuando el capitán ordenaba “ir a todo trapo” (equivalente a la forma “a toda vela”) hacía referencia a que tenían que desplegarse todas las velas para que fuera el viento el que moviese el barco, es decir, sin ayuda de remos u otro método.

A TONTAS Y A LOCAS

Empleamos este modismo para indicar que algo se hace sin orden ni sentido, sin poner atención, sin pensar, desbaratadamente o inclusive de manera apurada e irreflexiva.

El origen de esta locución lo podemos encontrar en varios ejemplos de nuestra literatura.

Por ejemplo en "El Quijote" en la parte poética preliminar de la novela, en la que Cervantes juega con el doble sentido, al hablar de las doncellas que malgastaban su tiempo con banalidades; por un lado expresa la voluntad de no querer hablar de ellas "sin ton ni son" y por otro las adjetiva, llamándolas "tontas y locas".

En el siglo XVI, se ha encontrado esta frase en los “Diálogos de apacible entretenimiento” de Gaspar Lucas Hidalgo, así como en el XVII en el personaje de Cosme en el “Entremés del soldado”.

También en el siglo XVII en “El culto sevillano” de Juan de Robles, también hace referencia a dicho empleo del modismo al narrar el encuentro del fraile agustino Fray Juan Farfán con unas monjas, las cuales le pidieron, sin tiempo para su estudio, que diera el sermón en la misa. En el mismo, se excusó de ello diciendo "Al fin, hoy predicaremos a tontas y a locas".

En los años 20 lo encontramos en un relato atribuido a Jacinto Benavente en el que se narra que las organizadoras de un club femenino le pidieron, el mismo día de su visita, que diera un discurso. A tal petición respondió que no le gustaba "improvisar, hablar a tontas y a locas", siendo de nuevo mordaz con el doble significado.

A TRANCAS Y BARRANCAS

Esta expresión la pronunciamos cuando queremos expresar que algo se realiza pasando por encima de múltiples dificultades, adversidades, inconvenientes y obstáculos.

No se sabe a ciencia cierta cuándo se originó la expresión, aunque ya se mencionan ambos términos antes del siglo XVII.

Para empezar vamos a definir ambos vocablos. Una “tranca” es el nombre que recibían las estacas de madera que eran utilizadas a modo de cerrojo en las puertas o ventanas (para “atrancarlas”) con el fin de asegurarse que no se podrían abrir desde el otro lado. Una barranca es lo mismo que un barranco, es decir, un despeñadero, un precipicio.

Por lo tanto, en su sentido más literal sería como decir que para conseguir llegar a un lugar o conseguir un objetivo se han tenido que atravesar puertas atrancadas y sortear barrancos, y que a pesar de lo complejos, difíciles o embrollados que eran esos obstáculos finalmente todos fueron superados.

A TROCHE Y MOCHE

Esta locución es usada para señalar que algo se hace con cierto desenfreno, sin orden, sin medida, de cualquier forma, incontroladamente, sin criterio y sin cuidado. Es decir, de manera disparatada e inconsideradamente. También se dice para expresar un gasto alocado de un recurso o de un bien.

La palabra "troche" viene de "trocear" (dividir algo en trozos) y "moche", de "mochar" (quitar o arrancar la parte superior de algo). Esta expresión proviene de los leñadores quienes cuando talaban los árboles (especialmente las encinas) no atendían las leyes de la corta, desmocha y las dejaban sin guía y pendón y, además, las cortaban por el pie. En consecuencia, talaban sin pensar en el futuro de esos árboles, no pensaban en su regeneración ni en su futuro crecimiento, por eso decían que talaban “a troche y moche”, sin consideraciones sobre el medio ambiente. De ahí que cualquier acción incontrolada haya adquirido esta expresión.

A TUTIPLÉN

Usamos esta expresión para señalar que hay mucho de algo, que hay de todo en abundancia o sin privarse de nada.

Su origen parce que proviene de una forma viciosa del latín: “totus” (todo) y “plenus” (lleno). Aunque otros quieren ver su origen en la grafía imperfecta de la expresión catalana “a tot i ple“ que significa todo y lleno, pero no parece que se le pueda otorgar demasiada credibilidad. Sin embargo, sí que tiene más visos de su origen la procedencia de esta locución a partir del francés “tout plein”, que literalmente significa todo lleno.

A VOLEO

Esta locución la usamos para expresar que realizamos una acción de manera improvisada, sin criterio, sin control, ni organización, ni planeamiento. En definitiva, sin saber cuál será su resultado.

Esta expresión proviene del mundo agrícola. Durante el sembrado de los campos, sobre todo de cereales, las semillas se iban lanzando al aire de manera improvisada y sin tener cuidado dónde debían caer éstas ni, por tanto, dónde brotaría el cereal. Esta acción era conocida como 'volear”, el campesino en lugar de ir enterrando las semillas ordenadamente lo que hace es coger los granos a puñados y lanzarlos al aire, para que caigan dispersos sobre la tierra y brote el cereal en cualquier lugar, sin tener miramientos sobre dónde ha caído.

 

ABURRIRSE COMO UNA OSTRA

Esta expresión hace referencia al momento de máximo tedio que puede tener alguien.

Proviene de un castigo jurídico muy común en la Antigua Grecia (sobre todo en Atenas), que consistía en el destierro de una población por un periodo concreto de tiempo de aquellos miembros de la sociedad que se consideraban peligrosos o delincuentes (ladrones, violadores o políticos que no cumplían desde su cargo con las decisiones democráticas del pueblo) y que era conocido como ostracismo. El sistema para definir si un prisionero era condenado al ostracismo se organizaba mediante una votación por mayoría simple entre los miembros de la asamblea, en la que escribían en los ostrakones (unos tipos de conchas de cerámica) si votaban a favor o en contra de aplicarle este castigo. Los condenados disponían de diez días para abandonar la ciudad – estado durante diez años de destierro. En ocasiones la pena solía quedar rebajada o conmutada.

Durante el transcurso de estos largos ostracismos, la falta de trabajo de la ciudad y del trato con otros ciudadanos daba como resultado, entre otras cosas, un tremendo hastío que llevaba a un desesperado aburrimiento. Con el tiempo, el término referido a ese castigo acabó en el apócope «ostra».

INTRODUCCIÓN

El actual blog presenta un compendio de múltiples y variadas expresiones populares, que podrían muy bien significar un buen resumen de la id...