Es una locución que se usa para señalar esa actitud servil que muchos exhiben ante sus superiores, o ante personas de las que uno depende o están por encima de nosotros en rango e importancia intentando agradar lo más posible a alguien, adularle o complacerle para conseguir algo y es sinónimo de “hacer la pelota”.
Su origen procede de la antigua costumbre de las criadas o sirvientes, en los días calurosos de verano, de echar agua al suelo de los exteriores de las casas para que cuando sus dueños o los propietarios regresaran, el ambiente estuviera limpio y refrescado. Cuando lo hacían, el agua zigzagueaba por los adoquines o baldosas, pareciendo así como que bailara. De ese modo el ambiente se refrescaba y era una forma de hacer que los señores de la casa se sintieran a gusto y satisfechos.
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