Se trata de una expresión con la que se desea indicar la neutralidad de alguien frente a un asunto, a la hora de dar su opinión o posicionarse. Significa que personalmente no tomamos partido por nada ni por nadie en una cuestión de dos partes o dos posibilidades, y que ambas personalmente nos importan un comino, únicamente nos moveremos por nuestros intereses personales, sin importarnos el ganador del debate, y actuaremos conforme a esos criterios.
Esta famosa locución antiguamente llevaba una pequeña coletilla que, con el tiempo, dejó de decirse ya que en su origen se pronunciaba en la forma “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”. Es atribuida a Bertrand Duguesclin, militar y condestable francés del siglo XIV, mercenario y dirigente de tropas mercenarias que intervino en distintos conflictos europeos y que tuvo un papel fundamental en el enfrentamiento fratricida entre Pedro I (apodado ”el Justo” por sus defensores y “el Cruel” por los detractores) legitimado como rey de Castilla, y Enrique de Trastámara, el pretendiente nacido de una línea dinástica bastarda y hermano de padre de Pedro.
Esta expresión se originó en un episodio histórico acontecido el 23 de marzo de 1369 en Montiel (Ciudad Real). Ese día, y tras una serie de batallas que había enfrentado a los ejércitos de los dos hermanos, Bertrand du Guesclin fue a la búsqueda de Pedro I de Castilla en la fortaleza en la que se encontraba recluido y acorralado, para facilitarle la fuga, conduciéndolo realmente hasta el lugar en el que lo esperaba Enrique de Trastámara,. Allí tuvo lugar una pelea cuerpo a cuerpo entre los dos pretendientes. Pedro tenía ya vencido a Enrique y estaba sobre él cuando Bertrand Duguesclin, agarró a Pedro y se lo quitó de encima a Enrique de Trastámara, que aprovechó la ocasión y mató a Pedro mientras el francés lo sujetaba. Fue en ese momento cuando pronunció la famosa frase. Es decir, no tenía interés alguno en que fuera rey uno u otro, pero tenía que servir a quien le pagara.
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