Se utiliza esta expresión para indicar la negativa de alguien a cambiar de opinión en algún asunto ( pese a que pueda estar equivocado) durante una discusión o debate, ni aceptar una opinión distinta. Incluso, a pesar de encontrarse en minoría en una votación, seguir empeñado en que tiene razón, aun cuando los otros le ofrezcan cambios para llegar a un acuerdo y mantenerse inmutable en su postura y opinión. Si por el contrario, le quitamos la negación a esta frase, su significado cambiaría radicalmente pues tendría el valor de ceder o dejarse convencer y aceptar lo que piensan los otros.
El origen de esta expresión lo encontramos en la tradicional competición de “pulsos”, en la que dos contrincantes se colocan frente a frente, se agarran de una mano, apoyando únicamente el codo sobre la superficie (sin moverlo ni levantarlo), y a base de hacer palanca y fuerza tienen que conseguir que el dorso del rival toque en la superficie de la mesa. La resistencia realizada por los dos contrincantes para evitar que el brazo se tuerza se trasforma en “no dar el brazo a torcer”, ya que ambos quieren ganar y, en consecuencia, ambos evitan que su brazo se tuerza para no perder la competición.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada