Este modismo se usa para referirse a que un proceso no ha estado exento de obstáculos o dificultades y ha tenido una trayectoria difícil, aunque finalmente ha sido exitosa.
El origen de esta expresión proviene de una antigua costumbre que consistía en lanzar pétalos de rosas a los vencedores de las batallas, cuando las tropas entraban triunfantes en la ciudad después de fuertes y sangrientas batallas y también se lanzaban a los poetas vencedores de los concursos literarios. De esta forma, se formaba un camino de rosas donde los vencedores en uno u otro caso paseaban por ahí.
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