Esta expresión hace referencia a aquellas personas que tienen pocas luces o están limitadas, es decir aquellas a las que se presupone que tienen poca inteligencia.
El origen de esta locución tiene su origen en el anatomista Franz Joseph Gall, quien desarrolló la teoría de la frenología, una pseudociencia que explicaba el carácter, rasgos, anomalías mentales, aptitudes y personalidad de una persona a través del tamaño, forma y protuberancias de la cabeza. Una de sus conjeturas versaba sobre el tamaño de la frente, estando convencido de que cuanto más ancha fuese ésta más inteligente era el individuo, algo que hizo pensar que cuanto menos frente se tuviera sería a la inversa. Por esa razón no tardó en ponerse como ejemplo que aquellos que tenían una frente estrecha con un ancho menor a dos dedos (4 centímetros) eran menos inteligentes. Esta errónea percepción contó con mucha popularidad durante la primera mitad del siglo XX. Así, en algún momento de los dos últimos siglos surgió la expresión "no tener dos dedos de frente" para señalar a alguien poco avispado.
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