Esta expresión se dice cuando deseamos algo y nos encomendamos a Dios, pero haciendo a la vez todo aquello que esté en nuestra mano por lograr lo que pretendemos. Invoca, por un lado, la importancia de trabajar y esforzarse para conseguir lo deseado, y por otro lado la ayuda de la gracia divina. Es decir, guarda el equilibrio entre espiritualidad y acción. Este refrán servía para advertir a las personas de los riesgos de caer en la pereza o la indolencia, dejando todo en manos de una divinidad superior. Así "con el mazo dando" se refiere al trabajo y esfuerzo y no debe interpretarse como una indicación de violencia, tal como algunas personas, inclusive políticos, erróneamente concluyen.
Con el paso del tiempo ha ido transformando su significado refiriéndose a las personas hipócritas religiosas que utilizan una doble moral, ya que siendo muy beatas hacen lo contrario de lo que predican. Es decir, predican una cosa y hacen la contraria. En la actualidad, ambas opciones conviven en el mismo refrán, creando una ambigüedad semántica bastante interesante.
Respecto a su origen hay dos teorías. Una de ellas nos habla de un carretero que llevaba un carro cargado y que se le rompió en el camino por donde venía San Bernardo, a quien le rogó, por la fama de la santa vida que hacía, que Dios por su intercesión le arreglase el carro. Dicen que el santo le dijo: “Yo le rogaré a Dios, amigo, y tú entre tanto da con el mazo”.
Otra teoría señala que un escultor tenía que hacer unas estatuas y pensaba que con decir “Dios quiera que se hagan”, era suficiente, hasta que le dijo su padre: “A Dios rogando y con el mazo dando”.
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