Este refrán significa que debemos facilitar la huida o la retirada al que nos molesta u ofende. Originalmente se decía que hay que facilitar la salida de un enemigo que pueda causar daño para que se retire, una vez vencido, sin ensañarse con él. Es mejor poner fin al conflicto y dejar que el enemigo se vaya, a continuar con el enfrentamiento sin haber necesidad de ello ya que los problemas, cuanto más lejos, mejor.
El origen de esta expresión, tan repetida, se atribuye a Gonzalo Fernández de Córdoba llamado El Gran Capitán (1453-1515), conquistador de Nápoles, cuando negoció la rendición de la fortaleza de Loja durante la conquista del reino árabe de Granada. Éste utilizaba esta máxima militar frente a sus tropas como mandato para evitar los obstáculos y facilitar la huida del enemigo vencido. Como tal, es una frase que recomienda liberarse de los enemigos o toda persona que pueda o desea causar algún mal o daño.
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