Suele utilizarse esta expresión cuando ponemos de manifiesto nuestra desconfianza sobre un asunto que no parece del todo transparente, como si ocultara un secreto o segundas intenciones. Es decir, cuando sospechamos de algo porque existen aspectos que desconocemos (pero que intuimos) en una situación, bien porque no nos quieren contar algo por algún motivo y eso nos genera inquietud o porque hay una razón oculta o secreta. Así mismo, es una alerta que nos previene ante un potencial engaño.
Este modismo era usado en los llamados Siglos de Oro, el XVI y el XVII por los personajes de los bajos fondos, como rateros y ladrones. Utilizaban esta frase a modo de clave o consigna para señalar a sus compinches que habían encontrado una víctima a la que robar o que sabían de la existencia de dinero en algún otro lugar. ¿Pero qué era el “gato”? En aquella época se llamaba “gato” a una especie de bolsa o pequeño saco cerrado con un lazo donde se guardaba el dinero (principalmente en monedas). Lo que no se sabe con total seguridad es el porqué a este tipo de monederos se les dio el nombre de gato, habiendo quien indica que la razón era porque, originariamente, se confeccionaban con la piel de estos felinos y otros señalan que era el nombre coloquial utilizado en aquella época para llamar a los rateros que hurtaban con astucia y engaño, puesto que estos ladrones tenían una habilidad que recordaba al comportamiento de los felinos. En cualquier caso, dada la inexistencia de cajas fuertes o bancos en los que guardar el dinero en aquellos tiempos, sus propietarios ocultaban los famosos “gatos” en los lugares más seguros que podían encontrar, ya fuera debajo de la ropa o en lugares estratégicos de sus hogares, para evitar posibles hurtos.
Por supuesto, a los ladrones no les faltaban habilidades y astucia y en cuanto descubrían dónde se hallaba oculto el dinero o un “gato” repleto de monedas llamaba su atención, se lo hacían saber a sus secuaces por medio de la ya célebre frase en clave “aquí hay gato encerrado”, indicando así el lugar o a la víctima a la que había que asaltar. De aquí fue derivando hasta el uso que actualmente se le da, y que no tiene nada que ver ni con felinos ni con monedas.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada