Esta expresión es una metáfora poética que expresa el deseo vehemente que una persona siente por otra de la cual está perdidamente enamorada. También se usa en el sentido de desear algo material con ansia y hacer cuanto sea posible por conseguirlo.
El origen de la expresión lo encontramos varios siglos atrás en los perros que se usaban para cazar. Eran conocidos como perros venteadores, ya que tenían una forma característica en la que olfateaban el aire en busca de algún rastro que indicase donde se encontraba la presa deseada. Cuando así lo hacían, parecía como si se estuvieran bebiendo el aire, ya que entraban en un estado de excitación al detectarla que les provocaba un nerviosismo y ansia por darle caza. De ahí la estrecha relación entre el gesto de parecer que está bebiéndose el viento y el deseo/empeño por conseguir algo o a alguien.
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