Esta locución coloquial se usa para referirse no solo a cuando alguien interpreta equivocadamente el sentido de lo que se esté diciendo, sino sobre todo, si se advierte que se hace a conciencia, para tergiversar y torcer la atención de la conversación o debate hacia una interpretación habitualmente ajena al hilo argumental, interesada en desviar la atención. Es decir, para fijarse en lo colateral y secundario en vez de atender a lo fundamental. O dicho de otro modo coger el todo por la parte menos valiosa, por la más accesoria, errando así la correcta valoración del conjunto.
Su origen se debe a que en ocasiones al sacar el rábano de la tierra, ya sea por inexperiencia o por excesiva brusquedad, hay personas que se quedaban con las hojas y perdían el rábano. Al usar esta frase se hacía referencia a que hay que actuar con cautela para evitar los errores que se cometen por atolondramiento.
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