Este modismo lo usamos después de un enfado o discusión para celebrar una reconciliación o expresar que se ha superado un conflicto, olvidado rencillas o agravios, en definitiva, para restablecer una amistad, hacer las paces y zanjar una disputa.
La mayoría de los estudiosos señalan que su origen procede de Andalucía concretamente de los chicos que se juntaban para hacer las paces. Para ello, se arrancaban mutuamente un pelo y lo soplaban para que el viento se lo llevara al mar, dando a entender que su enfado era tan insignificante como un simple cabello que con el aire se iba lejos, de esa manera se simbolizaba que al igual que el aire se lleva los pelos, hará también lo propio con los agravios y las peleas. Algunos, además, comentan que proviene de una antigua canción infantil, que los niños empleaban para el propósito anteriormente descrito reanudando su amistad una vez pronunciada y comprometiéndose a no faltar a lo que han tratado y convenido.
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