Es una expresión que se usa cuando en un contexto determinado surge un problema y después de analizarlo se propone una idea que beneficiará al conjunto. Pero su puesta en práctica resulta muy arriesgada a causa de la dificultad que acarrea y del peligro que entraña. Es más, cuando se piden voluntarios nadie está dispuesto a asumir su ejecución.
Esta locución tiene su origen en la fábula de Esopo (siglo VI a.C) ‘El gato y los ratones’, en la que estos proponían poner un cascabel al gato para saber cuándo se acercaba y tener así tiempo de huir, pero ¿quién sería el valiente que se lo pondría: Ninguno se presentó voluntario. Después del fabulista griego fueron muchas las versiones que aparecieron durante siglos. En España se pensaba (falsamente) que la fábula procedía de Lope de Vega, aunque realmente quien la popularizó fue Félix María Samaniego.
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