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dimarts, 13 de juny del 2023

A OJO DE BUEN CUBERO

Esta locución adverbial la utilizamos para indicar que algo se mide o se calcula de forma aproximada, con ello queremos señalar una cierta imprecisión, ya que no nos ayudamos de ningún tipo de peso o medida. Es decir, que nos valemos únicamente de nuestra percepción y de la vista y por tanto lo hacemos al tanteo.

Antiguamente, los cuberos eran los que fabricaban las cubas. Los líquidos que contenían, ya fuera vino, aceite o aguardiente, se vendían por cubas. Por aquel entonces, no existía una reglamentación específica sobre las medidas y capacidad que debía tener cada cuba, aunque se intentaba estandarizar, para que todas fuesen más o menos iguales. El problema venía del hecho de que cada cubero hacía sus cubas a ojo, utilizando su intuición y su experiencia e intentaba que fuesen todas iguales, porque no existían moldes para asegurarse de ello. Tratarían de hacer todas que todas las cubas tuviesen la misma capacidad, pero evidentemente no todas tendrían la cabida o volumen deseado, y ni mucho menos serían iguales las unas a las otras. De ahí surgió esta expresión, refiriéndose al buen ojo que tenían estos artesanos a la hora de realizar su trabajo.

A PALO SECO

Usamos esta expresión para hacer referencia al acto de beber (normalmente alcohol) sin acompañarlo de comida, o comer algo sin beber.

Esta locución proviene del argot marinero y tiene que ver con la forma de navegar. Cuando la fuerza del viento era excesiva se recogían las velas, ya que se corría el riesgo de que se rasgaran si eran utilizadas, y lo que era peor, se podían romper los palos y mástiles; de manera que se navegaba a “palo seco”, es decir, con el mástil (palo) descubierto (seco), sin velas desplegadas. De esta manera se evitaba el impulso descontrolado del barco y el deterioro, por tanto, de las velas o de los mástiles. Siglos atrás a ese “palo seco” también se le había denominado “árbol seco”.

A PIES JUNTILLAS

Este modismo lo usamos para señalar que tenemos una fe ciega en algo o alguien sin ninguna sombra de duda. Suele venir acompañada por el verbo creer en cualquiera de sus formas. Es decir, creemos con total seguridad alguna cosa o a alguna persona y además sin ningún tipo de discusión, lo que nos lleva a no dudar ni un segundo en la veracidad de algo.

Esta locución tiene su origen en un juego infantil en el que participaban dos menores, uno de los cuales debía taparse los ojos y saltar, con los pies atados y juntos, por los recuadros que estaban pintados en el suelo. Tenía que seguir las indicaciones del otro menor situado fuera del dibujo, que trataba de guiarle lo mejor posible. Por lo que tenía que confiar ciegamente en las instrucciones de su compañero para evitar salirse del dibujo o caerse.

A POSTA

Empleamos este modismo para indicar que algo se hace a propósito o expresamente para cierto fin. Significa adrede, con intención deliberada.

La palabra "posta" deriva del italiano, y ésta a su vez del latín, cuyo significado es "posada". Antiguamente, en las posadas que estaban a lo largo de los caminos, había caballerías preparadas para el repuesto de carros y tiros y también para que los empleados de un primitivo sistema de correos, tuvieran caballos de refresco y así continuar su camino hasta llegar al destinatario. Los mensajeros o los viajantes se detenían en las diferentes postas situadas a lo largo de un camino para descansar, buscar provisiones, etc. Esto les permitía cubrir grandes distancias sin necesidad de regresar al punto de partida. Dado que la finalidad general de "ir a la posta" era la del recambio de los caballos, con el tiempo comenzó a entenderse como una acción realizada para ese propósito y con la eliminación del artículo, quedando como "ir a posta" y con el significado conocido, ha llegado a nuestros días.

A RAJATABLA

Esta locución adverbial significa realizar alguna cosa cumpliendo las normas o reglas al 100%, de la manera más estricta, precisa, rigurosa o escrupulosamente posible, es decir sin hacer trampas. Y, además, obliga a hacerlo a toda costa, cueste lo que cueste, pese a los riesgos o dificultades.

Si nos fijamos la locución está compuesta por la unión de los términos "raja" y "tabla" ("a raja tabla" era el modo original de decirlo) y para encontrar de dónde surge debemos fijarnos en las láminas o planchas (tablas) de madera que se extraían del tronco de un árbol y en las que se podía apreciar una serie de vetas (rajas) que llevan una misma dirección que la grieta principal (siguiendo el mismo camino).

Hay que recordar que muchas de las leyes y normas de la antigüedad eran escritas en una tabla y ésta era colgada o exhibida en un lugar público para el estricto cumplimiento de la población. Se debía cumplir escrupulosa y obligatoriamente aquel dictamen siguiéndolo al pie de la letra, al igual que las rajas (vetas) se abrían paso en la tabla.

Hay quien sostiene que, probablemente, provenga o haga referencia a las tablas que portaba Moisés con los Diez Mandamientos, los cuales debían de ser seguidos y cumplidos rigurosamente, pero, evidentemente no tenemos pruebas documentales de ello.


A REGAÑADIENTES

Esta locución adverbial se usa para indicar que una cosa se hace de mala gana o a disgusto. Por ello, nos quejamos o lamentamos por actuar en contra de nuestra voluntad y en contra de nuestros sentimientos, solo porque se espera que nos comportemos de cierta manera.

En cuanto al origen, hay dos teorías. Una de ella afirma que procede del comportamiento de los perros. Se dice que cuando un perro se encuentra en una situación incómoda enseña los dientes en actitud agresiva, emitiendo gruñidos al mismo tiempo que evidencian molestia y en este caso decimos que esta refunfuñando. Este modismo está compuesto de regañar (mostrar los dientes como rechazo) y diente. En latín, “gannio” significaba gruñir el perro y si el gruñido era continuado, entonces se decía “regannio”. De ahí, en castellano, nacería el verbo regañar cuando señala disconformidad con una acción realizada.

Otra teoría, en cambio, dice que su origen procede de la costumbre que tenía la gente de ir al barbero cuando estaba aquejada de un dolor de muelas. Por muy resignados que estuvieran, nunca estaban persuadidos del todo y, por lo tanto, cuando el barbero les pedía la moneda por anticipado, el cliente-paciente la soltaba regañando por entre los dientes, a partes iguales por el dolor que siempre supone deshacerse de su dinero, el dolor de muelas que traía de casa y el dolor que suponía iba a ser provocado por las tenazas del profesional en cuestión.

A SACO

Se utiliza esta expresión para indicar que una acción se realiza sin miramiento alguno, sin cuidado, a lo bruto, sin dar tregua, abruptamente, sin apenas planificación y sin pensar en las consecuencias, lo que puede provocar numerosos destrozos no tenidos en cuenta por parte de quien lo realiza. También significa en gran cantidad.

El origen de la expresión lo encontramos en el verbo saquear que era el acto que se realizaba antiguamente, durante los periodos de guerra, en el que los soldados tras los asedios o en los abordajes propiciados generalmente por piratas, invadían un lugar entraban en las casas/viviendas/negocios y arrasaban con todo lo que de valor encontraban. Para ello utilizaban unos grandes sacos que portaban consigo y en el que depositaban todo lo que consideraran de valor.

Nos podemos hacer una idea de las prisas y destrozos que se perpetraban, cuando en muchas ocasiones, la idea era inutilizar los lugares saqueados. Ese tipo de robo pasó a ser conocido como saqueo y con él nació la expresión ‘entrar a saco’ como sinónimo de hacer algo de forma irrespetuosa, dándole con los años las diferentes variantes de uso que hoy en día todos conocemos.


INTRODUCCIÓN

El actual blog presenta un compendio de múltiples y variadas expresiones populares, que podrían muy bien significar un buen resumen de la id...